Entender al adolescente

No hay etapa de la vida con más expectativas que la del adolescente: se espera que gracias a la reflexión tome decisiones trascendentales de cara al futuro, además, que lo  haga motivado y bajo la atenta previsión de las consecuencias, sin embargo dentro de los vericuetos de su cartografía neurológica priman rutas caóticas encargadas de inhibir precisamente lo que de ellos se espera .

Muchos padres nos afanamos en cosechar los frutos prematuros de la formación familiar y es que parece una mala broma de la naturaleza que tras un largo proceso de promoción, desarrollo y resguardo de las habilidades atesoradas durante la infancia de nuestros hijos se manifieste en ellos una regresión imprevisible. De repente tenemos que tratar con niños con cuerpos de  adultos.

Algunas áreas de la adolescencia son territorios inexplorados para  los padres y los educadores; la neuropsicología puede ser un elemento de clarificación para tener intervenciones más efectivas. A continuación compartimos tres aspectos a considerar:

“Padres a torre de control, padres a torre de control, respondan por favor…”

El cerebro adolescente se encuentra en pleno proceso de maduración, sucede que todo se mueve muy rápido ahí dentro sobre todo en los lóbulos prefrontales que se desempeñan como centro de control para la reflexión, la toma de decisiones, la motivación, la visión del futuro y la previsión de consecuencias,  atributos paradójicamente indispensables para su estado de vida actual, pues entre los 13 y 18 años (o poco más de 20 si son varones) hay mayor probabilidad de reacciones caóticas, irreflexivas e incluso peligrosas por eso los padres, para evitar conductas impulsivas, debemos establecer límites precisos a manera de subsidio mientras se establecen y se estabilizan sus conexiones neurológicas. Padres y educadores nos constituimos entonces como la  “corteza frontal” de los adolescentes para auxiliarles en la cristalización psicológica de lo que por sí solos no llegan a ver. La adolescencia es una segunda infancia.

En la busca del riesgo perdido

La dopamina es un neurotransmisor que además de incrementar la presión sanguínea modera la actividad de otros neurotransmisores, se le atribuye una conexión directa con la búsqueda del riesgo pues es un estimulante cerebral, durante la adolescencia tiene variaciones críticas ya que llega a su máximo nivel provocando una fascinación por situaciones de riesgo e impulsividad con base en la temeridad, mezcla peligrosa en ambientes cargados de vicio y ocio pero que pueden canalizarse de manera positiva si se propicia el deporte competitivo grupal, las actividades al aire libre, el enfrentamiento a mayores responsabilidades y en retos o programas de formación de emprendedores.

Hoy son errores, mañana experiencias

La experiencia plasma al cerebro y aún más en la adolescencia, entre más enriquecidos sean los ambientes más espesa será la corteza cerebral, ante esta realidad solo debemos propiciar ambientes positivos. Cuando las experiencias son negativas, el impacto es demoledor, sobre todo en ámbitos cargados de stress, una respuesta podemos encontrarla en una dieta adecuada,  movimiento para favoreces la circulación sanguínea y enfrentar al desafío y amor.

Bibliografía: Mindware, neuropsicología aplicada a la educación. Isauro Blanco