365 días después de la contingencia

Justo a un año de la declaración de la pandemia –en México y en algunos países de latinoamérica– me recuerda el calendario que en esta fecha me bajé del último avión y al hacerlo encontré con un panorama que estaba lejos de parecerse a lo que hemos vivido. Los más optimistas pensaron entonces que al regresar de las vacaciones de la Semana Mayor el asunto estaría resuelto. Podríamos reír por ello, si no fuera tan trágico el panorama que sucedió para miles de personas en el mundo, ya sea por la enfermedad, el encierro o la situación económica, o en el peor de los escenarios alguna combinación de las anteriores. 

Escuelas públicas y privadas no volvieron a las aulas, las familias permanecimos en casa y los comercios, centros recreativos y demás actividades bajo la nueva clasificación de “no esenciales” detuvieron sus actividades. El reto en el ámbito educativo impactó según las condiciones de los involucrados: los servicios como una buena red de internet, un dispositivo para cada integrante de la familia, espacios apropiados para impartir clases o tomarlas; y las instituciones decidieron estrategias para la conclusión y evaluación a los estudiantes.

Los maestros comenzaron a reestructurar sus procesos de enseñanza. Aquellos términos como: el protagonismo del alumno, diferenciación y desarrollo de habilidades, tomaron mayor fuerza. Hemos sigo copartícpes de ellos para encontrar nuevos caminos y así propiciar el aprendizaje en un nuevo formato virtual, generar ideas, inspirar, desarrollar los lenguajes y el pensamiento crítico.

Ha sido un reto inédito individualmente, para las instituciones y sistemas educativos, sin embargo aprendimos de la contingencia. Se posó frente a nosotros una oportunidad extraordinaria. Se ha podido educar en cuarentena. 

En algunos casos los intentos fluctuaron entre trasladar la rutina del aula a la casa o propiciar una buena experiencia del aprendizaje en casa aunque no se equipare a la escolarización.

Es evidente que el reto pedagógico ha sido tener claridad en el proyecto educativo.

Para este momento ya estarás pensando en la experiencia que has vivido, en los buenos resultados como maestra(o), en algunas escuelas, con las familias de la mano. En otros casos y por distintos factores, se sigue en espera del tan esperado momento “para cuando esto termine” para seguir avanzando.

¿Y cuál es ese factor que hace la diferencia entre unos y otros? Quizá en algunos casos la tecnología, sin embargo, la actitud y preparación de los maestros, así como la voluntad y posibilidades en el hogar han hecho la diferencia.

La presente pandemia por COVID -19 ha sido tierra fértil para aprendizajes de otra naturaleza, esos que llamamos: “para la vida”, como debimos conceptualizarla desde siempre. Porque la educación siempre tendría que prepararnos para la vida, porque las matemáticas, la historia, la literatura, la educación física o las ciencias tienen ese sentido final.

Hoy, de pie, elevo mi voz para reconocer que la contingencia desafió lo mejor de las maestras y maestros y que no solo la vieron como más trabajo, sino como oportunidad para aprender enseñando, y en el camino si se dieron cuenta de su ignorancia en alguna área, la remediaron.

Mi admiración y respeto porque han mantenido la ilusión que los llevó a una escuela por primera vez aun con sus estudiantes lejos, en otro lugar, sin muchos recursos, propiciando aprendizajes de forma significativa cada día a través de la pantalla.

Ha sido una oportunidad para estudiar con las palabras generadoras de Paulo Freire, a partir de las cuales una realidad y se aprende uniendo textos y contextos; palabras como virus, solidaridad, globalización, transmisión, tecnologías, salud, cambio climático, humanidad. 

Este momento ha exhibido nuestra vulnerabilidad y nos ha dejado claro que las comunidades de este planeta, más allá de límites políticos o banderas, nos necesitamos para sobrevivir. Que es el mejor momento para desarrollar las emociones y valores de la solidaridad, la generosidad, el cuidado del otro, la responsabilidad por lo colectivo, la alegría, la resiliencia, el amor, no como una asigatura en un cuaderno sino como nuestro día a día.

Más allá de concluir este segundo ciclo escolar o agotar los programas de clases, la “tarea hoy” sigue siendo aprender de las circunstancias, trabajar colaborativamente, aprovechar los recursos y valorar sobre todas las cosas el privilegio de la vida.

¿Y tú, cómo viviste en este año?

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