En este tiempo de pandemia, los profesionales de la educación y formación han saltado sin red a un modelo en el que nuestro alumnado se encuentra parte en el aula física, y parte en remoto.
Dicho salto sin duda se dio con valentía, esfuerzo y criterio. Lo que pocas veces pudo añadirse, dadas las circunstancias, es el suficiente análisis.
El paso del tiempo nos ha ido dando ese margen para revisar soluciones dadas, y mejorarlas. Por ello a continuación comparto los tres pilares de la comunicación en la clase híbrida que he ido extrayendo del bagaje vivido.
Son un numerus apertus fruto del trabajo hasta ahora, y que tiene y quiere nutrirse de seguir construyendo un modelo que resulte útil para los protagonistas: docentes y estudiantes.
Para avanzar hacia ese modelo, cada pilar responde uno de estos tres planos:
- La comunicación entre profesorado y alumnado propiamente dicha.
- El proceso de aprendizaje, enseñanza y evaluación.
- El rol del docente.
La comunicación entre docentes y estudiantes.
Lógicamente se trata de la piedra angular en la que se apoya la relación entre ambos, profesores y alumnos, y que ayuda a levantar el edificio de la comprensión y asimilación durante el proceso de enseñanza. Por tanto, tiene mucho que ver con la consecución de objetivos.
A pesar de ser el catalizador del aprendizaje y la motivación, es el aspecto que más se tuvo que improvisar en los primeros momentos de transformación a la virtualidad.
En mi caso, es tal el protagonismo que le confiero, que como ves este pilar es el que da título al artículo en su conjunto.
No en vano este aspecto va a estar implícito en los dos pilares siguientes, que no pueden entenderse sino desde este primero.
Además, en el caso de este modelo híbrido de enseñanza que, como decía, tiene simultáneamente un grupo de alumnos presenciales, y otro grupo en remoto a través de una conexión por videoconferencia, el reto es hacer sentir partícipes y bien atendidos a todos los alumnos.
Cultivar la escucha y empatía, dar feedback, y que sientan el liderazgo del docente, va a requerir también de tecnología, tanto como de adaptar la dinámica de estas nuevas clases.
Aquí es donde se sitúa el primer pilar para favorecer una buena comunicación en el aula híbrida: establecer una serie de ceremonias que van a ir sucediendo a lo largo de cada sesión.
Primer pilar: establecer una serie de ceremonias que van a ir sucediendo a lo largo de cada sesión.
Se trata de una estructura de los hitos a lo largo de esa clase, un guión que debe trabajarse primordialmente con el equipo pedagógico y los docentes para detectar esos momentos en los que se va a dar voz y cámara a un grupo de alumnado.
Los mínimos que debe fijarse en esa sucesión de ceremonias son:
- Cuándo se conecta con los que están en remoto.
- Cuándo y cómo se saluda a los dos grupos de alumnos.
- Cómo se articula la participación desde casa y desde el aula presencial.
- Cómo va a ser la secuencia didáctica de cada contenido o habilidad.
- Cómo se va a favorecer la cohesión de grupo entre el alumnado.
¿Y por qué pautarlo? ¿Por qué convertir la comunicación entre el profesorado y sus alumnos en algo ceremonioso? Podría llegar a parecer artificioso, pero en realidad se trata de una herramienta para facilitar la impartición en su sentido más amplio, y dar seguridad al docente.
Recordemos que estamos ante una nueva forma de impartir clase que implica un aprendizaje para los propios profesores (el uso de cámaras, micrófonos, junto con la habilidad para compartir pantallas y recursos que aportan los propios alumnos), que concurre con el hecho de perder el control de la dinámica de clase en sí misma, por la evidente nueva localización del alumnado.
En mi experiencia, ese documento que concreta los hitos considerados esenciales en cada clase, siempre que se haya trabajado desde una aproximación pedagógica/ andragógica, supone una guía muy útil para los profesores.
Ese mapa les ayuda a no perderse en la inercia presencial, olvidando a las personas que están conectadas desde su casa; así como les señala en qué momentos tienen que cortar su comunicación virtual para atender a aquellos que están cara a cara.
Como vengo comentando, esta fase tiene una fuerte raíz pedagógica o andragógica, si bien tiene que apoyarse en dos aspectos técnicos: la comunicación audiovisual y la tecnología.
Para la primera, voy a condensarla mucho recordando la fuerza de mirar al interlocutor, el poder de la sonrisa, y la actitud cercana y facilitadora.
No es nada nuevo en docencia, pero debe matizarse cuando nos encontramos en un formato audiovisual. Para ampliar te recomiendo esta lectura de un artículo previo sobre comunicar bien si tus clases tienen de intermediaria una cámara.
La segunda, incluye todo lo que afecta a calidad de sonido, imagen y realización (va a ser necesario alternar con agilidad el compartir la pizarra, con enfocar a un alumno que habla en el aula, para luego volver al docente y luego que se comparta el vídeo de otro alumno en remoto, por citar un ejemplo sencillo).
Eso abre un análisis de micrófonos, cámaras e incluso la revisión de las plataformas con las que se cuente, junto con cuidar la iluminación y la citada realización.
Muchas veces se pretende dar con respuestas tecnológicas sin pararse a hacer las preguntas adecuadas.
Como aquí el orden sí altera el producto, comienza por definir qué ceremonias van a suceder en el aula, que a su vez estarán determinadas por la metodología y dinámicas que se van a realizar, así como por las necesidades de profesores y alumnos.
Para el resultado único de esa definición, habrá una solución también única, y, sobre todo, óptima.
El proceso de aprendizaje, enseñanza y evaluación.
Partimos de la base que el protagonista del proceso de aprendizaje es el estudiante. El entorno y circunstancias de este, lógicamente son condicionantes que no nos pueden pasar por alto ante la llegada de la clase híbrida.
Y por entorno y circunstancias no solo tenemos las pantallas y la falta de contacto físico, sino que muy especialmente me refiero a la posible brecha digital entre alumnos, y el aumento del sentimiento de soledad, desarraigo y falta de ilusiones del momento actual.
La metodología debe responder a este combinado, y explorar nuevas opciones que evolucionen el aprendizaje colaborativo con los avances tecnológicos.
Esas nuevas vías tienen como objetivo ofrecer mejores oportunidades para el desarrollo de conocimiento activo de los estudiantes, tanto como atender sus necesidades emocionales.
De hecho, el segundo pilar que aquí comparto es la combinación de la cooperación y retroalimentación para enriquecer el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Como muestra incluyo este estudio recientemente publicado, y que detalla los beneficios pedagógicos de la narración digital en estudios universitarios.
Mi contexto profesional es el de la formación a personas adultas, por lo que evidentemente las necesidades en otros ámbitos y etapas educativas llevarían a aplicaciones diferentes.
Pero en cualquier caso, si evolucionamos la metodología, nos enfrentaremos al paso siguiente: concebir un ritmo de trabajo, una autoevaluación y evaluación que hagan consciente al estudiante de su propio proceso de aprendizaje, y capaz de detectar dónde y cómo mejorarlo.
Los objetivos curriculares o del plan de formación determinarán si combinamos ese tipo de evaluación con otras, pero lo que sigue siendo necesario es dotar al modelo híbrido de los tiempos y actividades que aprovechan al máximo la sincronía y la asincronía.
Al fin y al cabo, nos encontramos en un espacio en el que confluye lo mejor de la presencialidad, y lo mejor de la virtualidad, saquémosle todo el provecho.
El rol del docente.
El profesor ya ejerce como guía del aprendizaje, con la exigencia de habilidades blandas como la empatía y liderazgo que he citado anteriormente.
Me viene realmente bien definir la clase híbrida como un nuevo escenario, porque precisamente quiero apuntar a una evolución del rol docente hacia el de dinamizador o, mejor dicho, presentador.
En el trabajo que llevaba a detallar las ceremonias, es notorio que hay una parte de las mismas que se centran en hacer manifiestos los turnos de palabra de los alumnos presenciales y remotos, de hecho, el objetivo es hacerles sentir atendidos y partícipes.
Cualquier buen maestro o profesor es un buen comunicador, es una competencia inherente. Pero en este contexto tiene un extra de gran anfitrión ante su público, que se encuentra parte en sus casas, parte físicamente en el aula.
Por ello, mi tercer y último pilar para sustentar la comunicación en la clase híbrida, es el la evolución del rol docente a presentador.
Considero necesario explicitar y reflexionar junto con el claustro sobre ese nuevo rol, para que busque estrategias dirigidas a atender esas nuevas necesidades del alumnado, que es lo que dota de importancia a esta cuestión.
Se trata de un esfuerzo para lograr el sentimiento de pertenencia como clase y compañeros entre el alumnado, así como promover activamente la socialización entre los estudiantes.
El uso del feedback, la moderación de los tiempos y protagonismos, es tan importancia como atender las preguntas que surjan en clase y en casa.
Crear parejas o equipos de trabajo mezclando alumnado presencial y en remoto, será otra técnica que debe tenerse definida previamente, por citar otro ejemplo.
Sigue, por tanto, el diálogo y la búsqueda, más que de respuestas o pilares, de medios para favorecer el aprendizaje y motivación de nuestro alumnado, también en tiempos de distanciamiento social.
La siguiente infografía sintetiza las ideas esenciales expuestas, a la espera de seguir nutriéndolas del debate y comentario de experiencias que surja a continuación.
Por. Ana González Ur
Comunicadora y productora audiovisual y responsable de Coordinación Pedagógica en la Dirección Pedagógica e Innovación de ADAMS Formación.