De niño curioso a joven participativo: formando al ser integral.

Hablar del ser integral nos trae a la mente una serie de elementos que forman parte de la vida de una persona.

Desde sus primeros años de existencia es necesario considerar un enfoque sistémico en la educación del niño. A partir del nacimiento, no se encuentra solo y, en primera instancia quienes le rodean lo están enseñando cómo es “vivir”; en esta interactuación se forman diversos sistemas.

Todos pertenecemos a diferentes sistemas, unos son vitalicios desde la infancia y otros temporales. Funcionan exclusivamente si cada uno sabe cuál es su sitio y lo ocupa en dicho sistema, pues este solo funciona dentro de determinados órdenes.

En el interior de cada sistema es indispensable saber cuál es su lugar y función pero no por parte del niño, sino de los adultos que le rodean.

Es necesario precisar que los sistemas deben estar unidos en la educación de este niño, de modo que, el sistema familiar no puede dejar al sistema educativo la responsabilidad completa del individuo, así como el sistema educativo no puede dejar inconclusa la tarea para que sea realizada en la familia; son aliados.

Los padres, en esta dimensión sistémica son más grandes en la vida del individuo y deben respetar a los profesores y considerarles como un apéndice de lo que ellos hacen. En la convivencia, un niño sabe si no existe este respeto del educador a los padres o viceversa, es identificado claramente por su hemisferio derecho.

En algunos casos donde los educadores se quejan de la familia de un alumno: –es que lo descuidan… hay problemas de abandono, drogas, etcétera– es aún más importante que el profesor haga su parte y no contar con que la situación del niño cambie para poder ayudarlo. El maestro debe iniciar contando con la diversidad de características de sus alumnos y de sistemas (sociales, religiosos, económicos) de los que provienen, integrarlos y respetar sus orígenes.

Conviene considerar también un enfoque, que aunque es una visión abstracta del aprendizaje del niño, nos permite respetar su integridad personal: el “triángulo del aprendizaje”.

El Dr. Isauro Blanco en su libro El universo de la inteligencia (LIMUSA, 2013) propone una visión tripartita del aprendizaje; cada familia y escuela deben verificar constantemente que se encuentre en equilibrio y de no estarlo, identificar cuál es el área que requiere más atención.

Es indispensable diagnosticar de manera objetiva, pues la manifestación de un problema puede no ser la enfermedad, constantemente se piensa que cuando un niño tiene un problema escolar es necesario llevarlo con un psicólogo, psiquiatra, médico, pedagogo y se hacen grandes esfuerzos por atender el síntoma, sin considerar que las causas no nacen donde se manifiestan.

El triángulo (equilátero) del aprendizaje integra las tres áreas determinantes para el individuo:

1. Factores Fisioneurológicos

En cuanto a la familia, es de su competencia el cuidado de la alimentación, sueño, descanso, visión, audición y salud en equilibrio permanente, así como permanecer atentos a los tiempo de exposición a las pantallas (de 0 a 6 años nada, de 7 a 12 una hora, de 13 en adelante dos horas).  Las alteraciones tanto del sueño, el descanso, la alimentación (por falta, por exceso o por equívoca) pueden ser determinantes no solo en el desempeño de un día de escuela, sino en el desarrollo y salud de niño, fundamentales en etapas posteriores.

En esta área se debe considerar también el desarrollo de la psicomotricidad como eje del resto de las actividades que han de realizar el ser a lo largo de su vida. En este sentido el pedagogo francés, Bernard Aucouturier, creador de la práctica psicomotriz, en el libro El cuerpo y el inconsciente (Aucouturier-Lapierre Editorial Científico Médica, 1980) nos plantea la necesidad de afinar los procesos motrices del niño en sus primeros años, incluso rediseñar en la escuela, el acercamiento y aproximación del profesor a partir del conocimiento profundo de cada niño en la etapa preescolar. La intervención podría ser menos limitadora y ofrecer más y mejores oportunidades de desarrollo de sus capacidades y habilidades; pues estas determinarán procesos futuros más complejos como la lectura, la escritura e incluso su desenvolvimiento en el mundo. La primera aproximación del niño con el mundo es “corporal”, mucho antes del lenguaje hablado está la expresión no verbal. Un niño puede captar claramente el estado de ánimo de un adulto, con solo mirarlo al entrar en un sitio. Incluso las primeras normas de convivencia del niño parten de esta concepción de corporeidad, si el niño aprende en sus primeros años una regla de oro: “Me cuido, cuido al otro y cuido el lugar y materiales donde me encuentro”, se están sentando las bases claras de un ser integrado en el ámbito físico y social, capaz de aprender, seguir, convivir e interactuar con normas básicas de la civilización.

Aucouturier resalta que:

Para la Práctica Psicomotriz en el ámbito escolar se requiere de un proyecto educativo que se base en una concepción del niño, de su proceso madurativo y de la función de la institución educativa, que reconozca la dinámica propia y las necesidades específicas del niño, que privilegie como finalidad la concreción de las condiciones para su desarrollo armonioso a través del placer del movimiento, de la comunicación, del placer de la expresión y de la creación, del placer de la acción, la investigación y el descubrimiento, del placer de la actividad cognitiva y lógica. Un proyecto educativo coherente concebido como un itinerario de maduración y tendiente al mismo tiempo a la prevención y a la detección temprana de las alteraciones de la estructura y de la dinámica afectiva, motriz, cognitiva y relacional.

2. Factores Socioemocionales

Figurativamente, se le llama Efecto Pigmalión al hecho de que las expectativas que tenemos sobre las personas, las cosas y las situaciones tienden a realizarse; por ello es necesario cuidar la imagen que un niño tiene de sí mismo a partir de lo que se piensa o se dice de él. Los padres principalmente imprimen “hechizos” a los hijos (puede parecer positivo y bien intencionado) sin embargo es una limitante.

Ante lo que hacemos o decimos de ellos, nuestros hijos son indefensos por el cariño que nos tienen. Los sistemas de creencias establecen los filtros con los que cada persona tomará las decisiones más importantes de su vida: elección de profesión, pareja, grupos sociales, retos personales; es necesario dar especial atención y dotar de una serie de herramientas que le ayuden desde el interior, “donde nadie le puede tocar”. La mejor herencia para un niño puede ser la formación con límites claros, disciplina con amor y un discernimiento lo suficientemente forjado como para resolver los desafíos que la vida les presente. Sin embargo no hemos de esperar a que sea un adulto para verificar la formación de un criterio, baste a cada día un reto a su altura para ayudarlo a decidir, resolver, crear soluciones en torno a “la vida misma”.

El equilibrio educativo consiste también en mantener una salud física y mental por parte de los educadores y las familias; deben cuidar su perfil personal para lograr educar a los niños en una de las etapas más fértiles, pero también más frágiles, como son la infancia y la adolescencia. Cualquier asunto no resuelto del adulto bloquea el amor y las buenas intenciones (la relación con sus padres por ejemplo). Un buen modelo de ser humano es el mejor maestro para otro ser humano. Y se pueden afinar los procesos emocionales proporcionando al niño “buenos modelos” de acuerdo a su edad: a los niños cuentos y a los adolescentes biografías.

En el libro de Guadalupe Loaeza Infancia es destino (ED. PRISA, 2009), se exponen una serie de biografías de personajes de la historia, basta con hacer un breve recorrido para darnos cuenta de la importancia de la infancia para la vida adulta; podemos conocer cómo se desarrolla una vocación, personalidad, pasión, virtudes o incluso defectos. El camino aun es largo y sinuoso en cuanto a los sistemas educativos; los más avanzados ya ofrecen un programa más abierto y flexible que piense en función del individuo y su formación integral.

3. Factores Cognitivos

Conviene ahondar más en el terreno de la neuropsicología, pues nos ofrece caminos más claros en torno a la forma en la que aprendemos. En este sentido una pedagogía que no considere los procesos de la neuroergonomía educativa, está obligando a los niños a realizar procesos que respetan poco su desarrollo natural humano. Las metodologías diferenciadas son deseables en los programas educativos desde hace varias décadas, sin embargo, basta hacer visitas de acompañamiento al interior de las aulas, para verificar qué poco se respetan la diferencias y qué tanto en las clases, como las evaluaciones, el sistema educativo sigue tratando a los alumnos como individuos idénticos. Si bien es cierto, es deseable alcanzar estándares internacionales, estos no será posible pensando que los alumnos tienen las mismas habilidades, capacidades e intereses.

Existen caminos para respetar más los procesos individuales de aprendizaje, que sirvan para reducir la brecha entre los alumnos que han sido clasificados comúnmente en un aula por su fecha de nacimiento y que aun con la diferencias pueden alcanzar su máximo potencial.

El foco de atención está en los procesos de aprendizaje, más que en los de enseñanza. El protagonismo tan celado por generaciones de maestros, debe transformarse en nuevas habilidades docentes que han de propiciar el reto, la ambigüedad y dificultad, más que supervisar el ir y venir de la información. La pedagogía y la andragogía ofrecen la oportunidad de realizar procesos autónomos, individuales, pero también sociales del aprendizaje, donde el individuo sea capaz de contrastar y mejorar sus propios procesos a partir del cuestionamiento, la comparación y contraste del conocimiento.

En resumen y después de hacer un breve recorrido a los aspectos que pueden ayudar a formar al ser integral, es necesario en primer lugar “ser un ser integral”, que sea un buen modelo de la forma en que se vive; los buenos modelos de adultos, serán para las siguientes generaciones, la oportunidad de aprender mejores formas de resolver problemas, de enfrentar retos, de modificar sistemas, de transformar países, en resumen: de vivir plenamente.

No existen recetas, sin embargo hay pistas, por ejemplo comer bien, elegir el lujo como estilo de vida, y no me refiero a dinero; una familia de una comunidad maya del sur del estado de Quintana Roo, puede disfrutar de lujos como una alimentación libre de productos químicos, momentos de charla en familia y de contemplación más allá de una cuenta en el banco o de contar con propiedades.

Los niños y adolescentes nos están espejeando constantemente, el cerebro no discrimina y simplemente harán lo que nos ven hacer y ¿si cada día probamos hacer algo nuevo… algo mejor?, y ¿si nos ejercitamos regularmente? y, ¿si cuidamos lo que leemos, escuchamos y vemos?, y, ¿si entrenamos nuestra memoria? y, ¿si descansamos lo suficiente? y, ¿si prescindimos del GPS o del Smartphone para tantas actividades?, y ¿si somos curiosos? Y ¿si aprendemos alguna disciplina nueva? y, ¿si somos nuestra mejor versión emocional, social, familiar, personal? Entonces formar seres integrales se notará en cada nueva generación.