“Viajar sirve para ajustar la imaginación a la realidad, y para ver las cosas como son en vez de pensar cómo serán”. –Samuel Johnson
La Raekoja Platz o Plaza del Ayuntamiento en el centro de Tallin, capital de Estonia, tiene esa atmósfera de lo distante en el tiempo, el espacio y las formas de la Edad Media, caminar por sus sinuosas calles adoquinadas y escuchar su historia ofrece una perspectiva especial de lo que nos espera. En la década de los setentas del siglo pasado cuando Finlandia iniciaba su reforma educativa Estonia apenas y aparecía en el mapa mundial como un apéndice de la extinta Unión Soviética.
Durante el regreso en ferry el paisaje de un transitado mar Báltico, que entrelaza la historia de estas ciudades tan cercanas y distintas a la vez dispuso el ambiente ideal para entender lo original de nuestro viaje. Si en Europa son comunes los viajes gastronómicos para catar vinos alrededor de viñas o los religiosos que manifiestan la devoción en el peregrinar no lo son tanto los pedagógicos donde es posible degustar nuevas formas de aprendizaje y vivir el itinerario de una cultura educativa de primera mano. Es una oportunidad única.
El activo distrito de Munkkiniemi en el oeste de Helsinki fue proyectado a principios del siglo XX como uno de los primeros suburbios de la ciudad, sobre sus calles la arquitectura contrasta con el neoclásico soviético del centro, aquí se ve una combinación de estilos que curiosamente forman un todo armónico, como si estuviesen trazados no por las circunstancias de los tiempos o los caprichos personales a los que estamos acostumbrados sino sobre la confianza otorgada a un plan urbano original. Valores culturales cristalizados en espacios públicos y presentes también en su educación. En este vecindario nos abrió sus puertas una escuela.
El director nos da la bienvenida, somos cerca de treinta personas, colegas de diferentes latitudes congregados ahí por el mismo interés. La conversación se anima, nos distribuimos en la sala y el comedor de un salón de atmósfera afable, escuchamos sobre las particularidades de la escuela, la luz de abril entra por unos ventanales que dejan ver un jardín arbolado, se respira un aire educativo distinto. Estamos listos para hacer un recorrido.
Nuestra atención se fija en la interrelación entre distintos elementos : los circunstanciales, los físicos, culturales, psicológicos y , por supuesto, los pedagógicos. El extrañamiento que provoca lo ajeno se encarga de aguzar nuestros sentidos, comenzamos a ver con nueva luz qué es lo que favorece el aprendizaje en una escuela tan distante, prácticamente al otro lado del mundo y nos damos cuanta que no es su tecnología de punta, los niños trabajan con impresoras 3D, o demás recursos que nos muestran, más bien vislumbramos, en las mismas promesas de este entorno educativo, un componente dúctil y la certeza de que este puede viajar de regreso con nosotros. Entramos al taller de carpintería.
Vemos cómo los alumnos manipulan con destreza las herramientas de este oficio, se desenvuelven de manera impecable entre las estaciones de trabajo mientras se empeñan en la manufactura individual de una sola pieza: la caja de madera.
—La caja —Nos explica el maestro responsable del taller —, es la forma básica de donde parte todo mueble, de ahí la importancia de su buena confección.
Aquí aprenden no solo a elaborar una figura sino a reconocerla como componente de un todo. Parece que nada queda aislado en la formación de estos jóvenes, la enseñanza de la economía doméstica también se entiende como fundamento de colaboración y urbanidad, un principio recurrente que presenciamos no solo en la sala de música, la biblioteca, el taller de arte, de costura, donde confeccionan sus propios diseños, o en el comedor sino también fuera de los muros escolares, en casa y en la calle pues esta fusión de aprendizajes que favorecen la independencia de los niños también encuentra su correspondencia en la cronología social finlandesa.
En 1866 inició en el «Gran Ducado de Finlandia», territorio en ese entonces dependiente de Rusia, los «Suuret nälkävuodet » o «Los grandes años de hambre», la última gran hambruna de Europa, fuera de una guerra, que provocó miles de muertes y una emigración masiva hacia los Estados Unidos pero que forzó y aceleró también su tardía incursión a la revolución industrial y despertó su identidad nacional y cultural, movimientos que animaron su inventiva, creatividad y deseos de independencia, obtenida en 1918, el mismo año en que se formó en México, tras la promulgación de la constitución, la Secretaría de Educación Pública Federal, eran los tiempos de José Vasconcelos.
Mientras tanto al sur de Helsinki, en el poblado de Nokia, nacía una empresa que respondió a esos años de crisis con un peculiar impulso industrial polifacético. De la elaboración de papel, al de botas de hule y llantas de caucho pasó a la producción de cable telegráfico y a la manufactura de los primeros equipos de telecomunicación a nivel mundial que derivaron en los actuales teléfonos celulares. Una muestra de coraje para reinventarse presente en todo ámbito y momento histórico de esta cultura.
Concebida con el mismo ímpetu de la época se construyó en 1886 la primera escuela mixta y también la que estableció al finés, suomen kieli, como la principal lengua de estudio (el sueco era el idioma culto y oficial de entonces), un sueño de formación comunitario que aprendió también a franquear su historia y donde distintas personalidades de la vida pública han encontrado su vocación. Fuimos a conocer también esta escuela.
Llegamos a la entrada de su nuevo edificio, nos tomamos algunas fotografías delante de su fachada minutos antes de que su actual director nos recibiera con la acostumbrada cortesía nórdica. La atmósfera del vestíbulo interior del edificio contrasta con los 8 grados del exterior, un espacio amplio y agradable donde en ocasiones los alumnos se acomodan entre almohadones y cojines para ver la proyección de un video.
Nos ofrece, antes de presenciar las actividades escolares, una pequeña charla sobre el patrimonio cultural e histórico que sustentan al sistema educativo nacional, la preparación de los maestros como parte medular de su éxito, la tendencia multicultural de su programa y la importancia del conocimiento de las lenguas. Algo que ya reconocemos como un rasgo cultural en Finlandia, se ve en cualquier sitio.
A unas cuantas cuadras de la escuela se ubica el corporativo de Stockmann, una tienda departamental establecida también a mediados del siglo XIX , su tienda insignia en el centro de Helsinki es muy popular y sus dependientes siempre llevan escrito en su gafete los idiomas que dominan: el inglés y sueco siempre están presentes, el ruso y alemán le siguen, después varían entre el francés, el español o el italiano entre otros. En Finlandia, como en el resto de Escandinavia, se dominan más de tres idiomas y un inglés casi perfecto.
Nos damos cuenta que la profesión de maestro es una de las más respetables en esta sociedad, el entrenamiento en educación (en todos sus grados) tiene la misma importancia que la del médico para el sector salud. Un trato social positivo que comienza en casa, continúa en la escuela, en la formación profesional y en el ambiente laboral.
Contemplar los frutos de lo que alguna vez fue para este país un sueño, observar el escenario de un sistema educativo comprometido no puede provocar otra cosa más que esperanza. El diálogo entre colegas, maestros y alumnos lo complementan. En un salón hablamos con algunos estudiantes y preguntamos a uno de ellos — ¿Qué es lo que te gusta de tu colegio?
—Vengo a aprender y a divertirme —Responde con toda naturalidad en español—, eso es lo que vengo a hacer.
Se le atribuye a Martin Buber, quien construyó una extensa filosofía del diálogo en su obra “Yo-Tú” la frase: “Todos los viajes tienen destinos secretos sobre los que el viajero nada sabe”. Si lo entendemos así, es cierto que la administración de las experiencias adquiridas durante nuestro viaje se presentarán en el día a día de nuestras responsabilidades educativas pero también otras formas inesperadas ocuparan su lugar, más allá de la comparación y la contextualización de prácticas en apariencia ajenas a nuestra realidad se encuentran latentes en cada uno de nosotros las herramientas necesarias para confeccionar una propuesta educativa a la medida de nuestro entorno. Hemos ganado en perspectiva, el panorama es otro.