Según un proyecto de investigación interuniversitario, la «presencia persistente» de teléfonos inteligentes trae consigo un «costo cognitivo». Investigadores de las escuelas de administración de la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de California en San Diego, así como el Departamento de Ciencias Sociales en Carnegie Mellon realizaron dos experimentos para intentar medir qué tan bien se terminan las tareas cuando se tienen los teléfonos inteligentes cerca, incluso si no son utilizados.
Para el experimento se pidió a 548 participantes que se sentaran en una computadora y realizaran una variedad de pruebas que requerían cierta concentración. Las pruebas estaban orientadas a medir su «capacidad cognitiva disponible”, esto es, la capacidad de retener y procesar datos en cualquier momento dado.
Antes de que comenzaran las pruebas, los participantes fueron asignados aleatoriamente a uno de tres grupos. A un grupo se le dijo que dejara todas sus pertenencias en el vestíbulo antes de ingresar a la sala de pruebas. A otro grupo se le dijo que dejara la mayoría de sus pertenencias pero que llevaran sus teléfonos a la sala de pruebas «para usar en un estudio posterior»; una vez dentro, se les ordenó colocar sus teléfonos boca abajo en una ubicación específica en sus escritorios. Un tercer grupo fue informado de que podían llevar sus pertenencias con ellos a la sala de pruebas y mantener sus teléfonos «donde naturalmente lo harían»; la mayoría (52 por ciento) los guardó en sus bolsillos y el resto en sus bolsos. Todos en los tres grupos recibieron instrucciones de apagarlos para evitar que los teléfonos les llamaran la atención.
Después se les pidió que evaluaran cuánto afectó el teléfono su desempeño en las tareas solicitadas y el 80 por ciento respondió que la ubicación de sus teléfonos no afectaba en absoluto su rendimiento.
Sin embargo, en general, los sujetos cuyos teléfonos estaban fuera de su alcance lo hicieron mucho mejor que aquellos que tenían sus teléfonos frente a ellos; también «superaron ligeramente» a aquellos que tenían sus teléfonos con ellos pero los metieron en su bolsillo o bolsa. Y, como explicaba el informe , la brecha entre la influencia percibida y el rendimiento real sugería que las personas no podían anticipar ni reconocer las consecuencias de tener sus teléfonos con ellos.
Un segundo experimento siguió el mismo diseño básico del primero, pero también se pidió a los participantes que informaran por sí mismos sobre su dependencia hacia los teléfonos inteligentes basándose en factores tales como cuán difícil sería para ellos pasar un día normal sin sus teléfonos o cuán ansiosos estarían si olvidaran sus teléfonos.
Los que sentían que eran más dependientes de sus teléfonos inteligentes tuvieron peores resultados en las pruebas, pero solo cuando colocaron sus teléfonos inteligentes en el escritorio, bolsillos o bolsas. No importaba si el teléfono estaba boca abajo o boca arriba, encendido o apagado. Según los investigadores, el simple hecho de tener el teléfono a la vista o al alcance redujo su capacidad de concentrarse y realizar las tareas que se les pedían porque parte de su cerebro estaba «trabajando activamente para no levantar o usar el teléfono»
«Irónicamente», anotaron los investigadores, «cuanto más dependen los consumidores de sus teléfonos inteligentes, más parecen sufrir por su presencia, o, para ser más optimistas, más pueden beneficiarse de su ausencia».
Los investigadores abordaron el tema específico del uso de teléfonos inteligentes en la educación. Su consejo: Piénsalo dos veces. «A medida que las instituciones educativas adoptan cada vez más las ‘aulas conectadas'», afirma el estudio, «la presencia de dispositivos móviles de los estudiantes en entornos educativos puede socavar el rendimiento tanto en el aprendizaje como en las pruebas, especialmente cuando estos dispositivos están presentes pero no se usan».
Si queremos recuperar todo nuestro poder de pensamiento, solo hay una solución simple bajo los resultados observados: separación. Agregar «períodos de separación definidos y protegidos» a nuestras vidas, sugirieron los investigadores, «puede permitir a los consumidores tener un mejor rendimiento no solo reduciendo las interrupciones sino también aumentando la capacidad cognitiva disponible».
Los resultados de la investigación están disponibles en el sitio web de la Revista de la Asociación para la Investigación del Consumidor, publicada por la University of Chicago Press.
Fuente/Autor:
Brain Drain: The Mere Presence of One’s Own Smartphone Reduces Available Cognitive Capacity Adrian F. Ward, Kristen Duke, Ayelet Gneezy, Maarten W. Bos