La prueba del malvavisco fue un experimento sobre gratificación retrasada realizado a fines de los años 60. ¿Cómo podemos interpretar este estudio ya con más de medio siglo a cuestas?
El test plantea un reto a niños de 4 años en el cual se les ofrece un malvavisco
pero con la advertencia de que si no se la comen y esperan 15 minutos al final se les
dará uno más como premio (la gratificación retrasada). Los niños se quedan solos y la cámara recoge sus reacciones: unos no resisten la tentación y se comen la golosina de inmediato otros aguantan un poco más, no dejan de mirar la golosina, incluso la lamen, hacen gestos de desesperación, acercan la mano y la retiran pero no al final se entregan al antojo.
A los participantes se les monitorea durante años, bajo un estudio longitudinal hasta sus 30 años, y es al final donde se encuentra una relación interesante, aquellos que resistieron el deseo de comerse el malvavisco antes de los 15 minutos en promedio fueron alumnos destacados y en general ya como adultos su salud física, emocional y económica fue mejor que la del resto.
Este test realizado en un contexto de laboratorio es muy famoso aún y no solo se ha replicado, en la mayoría de los casos sin el prolongado monitoreo de años, en varias escuelas sino también entre familias motivadas por la curiosidad y la emoción de compartirlo en redes sociales.
Pero aparte aparte de lo divertido que podría ser el realizarlo con nuestros hijos en realidad el resultados no dirían mucho sobre su futuro. En los años sesentas, sin los avances en las neurociencias actuales, donde conceptos como la epigenética no se conocían, es decir aún se pensaba y por lo tanto se actuaba en consecuencia que los rasgos genéticos heredados, hablando de la mente, tal como se nos habían dado así se quedaban hasta la muerte, no había nada por encima del genoma y por lo tanto no se sabía de la plasticidad cerebral y la influencia que el ambiente y el aprendizaje basado en la naturaleza humana tiene para cambiar, contrario a las creencias populares de entonces donde en la educación regían dichos y refranes letales como: “Árbol que nace torcido jamás su tronco endereza” o “Unos nacen con estrella, y otros nacen estrellados”. Pensamientos asociados a lo que se conoce como mentalidad fija donde las críticas o los comentarios se reciben como una amenaza y no como una oportunidad para el aprendizaje y desarrollo de lo que la psicóloga Carol Dweck llama «mentalidad de crecimiento«.
Lo que sí sigue vigente es que el autocontrol unido a la atención ejecutiva puede ser un predictor, un indicador que señala el futuro éxito en la escuela, en la vida laboral, familiar y profesional pero esta atención ágil que sabe dirigir la monitorización de los impulso como capacidad de emprender metas y llevarlas a cabo es algo que se puede enseñar y por lo tanto aprender, de hecho en la educación familiar tradicional se practica bajo esquemas de “premios y castigos” los cuales son un intento práctico pero desvirtuado para enseñar cómo redirigir la atención para evitar los estímulos molestos causados por demorar una gratificación para centrarse en los estímulos que recuerdan la gratificación, en otras palabras: el autocontrol.
En este sentido, los investigadores sociales distinguen entre procesos «autorregulatorios» y «motivacionales»dentro de la capacidad del autocontrol. Los primeros funcionan como gerentes de una organización, son funciones ejecutivas que justamente se encargan de controlar y regular cogniciones, pensamientos y emociones para alcanzar un objetivo o resolver un problema para adaptarlos a una situación compleja o novedosa. En el test del malvavisco, el objetivo es esperar por una gratificación mayor. En tanto el segundo aspecto, el motivacional se relaciona con la reactividad ante el estrés que ofrecen las tentaciones, es decir con lo temperamental.
Quienes tienen un buen desarrollo de las capacidades de autocontrol, o sea de estas funciones ejecutivas regulatorias, son capaces de retrasar la gratificación durante más tiempo. Las investigaciones actuales apuntan a que el control cognitivo si tiene un buen desempeño ayuda a enfrentar las tareas complejas que se presentan durante la vida, es decir la capacidad de dirigir nuestra propia conducta se aprende lo que permite controlar nuestras emociones, sentimientos y cómo expresarlos.
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Ricardo de León